Todos los que practicamos deporte y vamos al gimnasio regularmente sabemos que esto de las disciplinas deportivas es algo cíclico y también un poco voluble; es decir, van apareciendo cosas nuevas, aparatos y entrenamientos, y además hay que contar con el factor de la gente, que se engancha a cualquier nueva aparición, sobre todo si sabe que ya hay un número importante de enganchados. Vamos, que a veces no importa mucho los beneficios o resultados que da un deporte, sino que se haya puesto de moda entre el personal.
Y eso es justamente lo que parece estar pasando con el fisioculturismo en estos momentos. Apareció como una forma de culturismo, donde apreciar la musculatura trabajada con una serie de ejercicios adaptados para ello, pero sin conseguir el volumen exagerado que era necesario para esto mismo. Se mezclaba con otro tipo de ejercicios, para dar mayor elasticidad al cuerpo y proporcionarle formas más definidas, dando la impresión de agilidad y fibrosidad, pero sin renunciar a una buena musculatura. No bien el culturismo había empezado a ganar adeptos entre el género femenino, resultó que el fisioculturismo empezó a gustar mucho más a las mujeres, pues era una manera diferente de esculpir sus cuerpos sin el excesivo aspecto masculino de antaño, aunque algunas sí que siguieron siendo fieles a la disciplina culturista. Y, para colmo, también resultó una vía de escape para un colectivo que estaba un poco entre las espada y la pared cuando apareció, y al que le dio un respiro: el colectivo gay.
Durante muchos años, el aspecto amanerado fue una losa para los hombres homosexuales, que no parecían tener especial interés en mostrarse musculados como un Hércules inflamado; por eso, sufrían burlas e insultos, que ellos llevaban de la mejor manera. Sin embargo, desde la aparición del fisioculturismo, ver tios musculosos gays ya es lo más normal del mundo, porque les ha dado justo lo que querían: cuerpos ágiles y musculados, pero sin el consabido aspecto de ser un saco de testosterona inflado. No hay más que ver todo el contenido adulto que hay en la red sobre hombres gays: desde fotos xxx a videos porno, los chicos homosexuales realmente podrían ser unos donjuanes heterosexuales con cuerpos de escándalo, si es que les interesara serlo.
Mucho se habla de la tiranía del culto al cuerpo, pero si dejamos la hipocresía a un lado, todos queremos vernos guapos, delgados y en forma, y aquellos que no pueden no tienen otra que resignarse. Así que el fisioculturimo realmente ha permitido a muchos hombres gays salir del armario para meterse en el gimnasio, algo bastante positivo si lo miramos desde un punto de vista de la normalización, la tolerancia y el abandono de prejuicios. Pero tampoco nos engañemos, porque se alzaron muchas voces quejándose de ello, evidentemente heterosexuales: hombres que al parecer se sentían violados en su intimidad si a estos gays se les ocurría mirarles la pinga mientras se duchaban o se desvestían… Mucho camino por recorrer, tanto por el lado deportivo como por el de la sociedad.
Pero por suerte, el fisioculturismo es una disciplina que, como hemos visto, no entiende de géneros ni sexos, y es adecuada para todos. En cualquier caso, serían las mujeres las que llevarían la peor parte, tachándolas por supuesto de machorras por querer practicar este deporte; y casi nadie se plantearía si el compañero de al lado anda mirando a los demás cueros masculinos por puro gusto compartido hacia su físico, o porque siente algo más. Así que mejor pensemos en lo que este deporte puede traer de bueno a nuestras vidas, y no pensemos en otras cuestiones que nos amarguen la existencia: la vida es corta y hay que aprovecharla, sobre todo si se tiene un cuerpo que roza la perfección, jeje.